¿Cómo se pueden eliminar la masa
y el volumen en la escultura?. Esta pregunta se hizo Enio Iommi (1926-2013) cuando
empezó a formar parte de la Asociación Arte Concreto-Invención a mediados de la
década del 40. Él y su hermano, el escultor Claudio Girola, compartían
inquietudes con Tomás Maldonado, Lidy Prati, Manuel Espinosa, Edgar Bayley,
Alfredo Hlito, entre otros. Éstas partían de pensar un arte colectivo que
ubicara al hombre en relación directa con las cosas, no con una ficción de las
mismas, a través de la invención. Invención como mecanismo creador vinculado
con el hecho de que las obras fueran autorreferenciales: se refirieran a sus propios
elementos constitutivos y a las leyes perceptivas, sin funcionar como espejo de
lo real sino mostrando su propia e intrínseca realidad.
Sus obras siempre tuvieron como
transfondo su propio compromiso político. En la época concreta los artistas del
grupo adherían al Comunismo. El Arte Concreto era entendido como una superación
dialéctica de la Abstracción en tanto que, como se dijera antes, rodeaba al
hombre de cosas reales y no de fantasmas, estableciendo una relación directa
con las mismas y no con un ficción. Esto se lograba a través del arte con obras
que no fueran reflejo literal de la realidad, sino que volvieran el análisis a
sus elementos constitutivos, entiéndase la linea, el color, el plano, el marco,
etc.
En este contexto Iommi se
pregunta lo antedicho. Busca desligarse de la escultura tradicional
representativa y de bulto, aquella que aprendiera de la mano de su padre
también escultor. Se acerca a las ideas del Constructivismo Ruso (Naum Gabo y
Antón Pevsner), algunas retomadas luego por los artistas que conformaron en
Francia el grupo Abstraction-création -Art non-figuratif, entre otros. La no figuración
es el camino a seguir para desligarse de la
ficción representativa, la geometría es la herramienta y el espacio es
el punto de partida para los cuestionamientos y la creación.
La introducción de nuevos materiales como el aluminio y la chapa
metálica cortada en el campo de la escultura es innovadora. Con los mismos se
abandona la idea de volumen como cuerpo macizo y sólido, se alivianan las
formas y se adquiere un movimiento en el espacio que es único. Iommi trabaja
muchas veces con lineas a las que cruza, con la intersección de planos, con
ondulaciones, siempre buscando que forma y espacio se potencien entre sí. Sus
obras parten de una concepción fuertemente constructiva y de diseño. En sí,
entiende al espacio como un elemento plástico más y busca apropiarse del mismo.
El primer camino para dicha apropiación lo hace empleando la línea, después lo
hará trabajando con el plano. Esta es la labor que desarrolla durante sus años
de participación en la Asociación y que continua hasta mediados de la década
del 70.
Durante el período de la última dictadura en nuestro país, Iommi siente que necesita nuevos medios para crear
en el contexto atroz que se vivía en la época. Aquí es donde comienza a
trabajar con materiales “pobres” – botellas rotas, neumáticos, latas oxidadas,
etc.- y de uso cotidiano, armando ensambles que parecen precarios si se quiere
a primera vista, pero que contienen una fuerza expresiva contundente. La
brutalidad, la violencia, la escisión de la realidad, el dolor, lo siniestro,
se conjugan en las obras de este período. Aquello que “no se dice” literalmente
no se ficcionaliza, se dice en la conjugación de materiales apropiados y unidos
expresivamente. Las obras nunca dejan de tener un anclaje contextualizado en la
realidad. La poética visual opta por recursos como la metáfora en su decir.
La década del 80 y el retorno de la democracia lo encuentran nuevamente
cambiando, encontrando el gusto en lo banal, en lo cotidiano, encontrando la
“vigencia de lo barato” según sus propias palabras (1). A la manera del
ready-made, descontextualiza los materiales y los expone en su vulgaridad,
usando la ironía como recurso para mostrar la banalización generalizada y la
estetización de la existencia en la sociedad de consumo. Un nuevo giro en su
obra pero con la misma búsqueda subyacente: comprometerse con la realidad,
mostrándola desde cierta literalidad que no lo es.
El legado que deja Iommi en el arte argentino es fundamental desde su
hacer escultórico, su pensamiento y su compromiso. Siempre vigente, quedará en
el recuerdo. Y qué mejor manera de recordarlo, que a través de sus propias
palabras:
1 No
hay que pensar. Hay que crear, crear lo que aparece.
2 Somos
responsables de lo que creamos, creamos.
3 Es
preciso aceptar todos los reflejos de la imaginación, de la memoria, del
pensamiento, y transcribirlos.
4 No
hay que frenarse frente a lo obvio. Primero se dice lo más evidente y después,
detrás, aparece lo que sabíamos o no habíamos dicho.
5 Es
preciso suspender completamente el juicio.
6 Negarse,
dirigirse a las cosas. Uno también puede ser una cosa, pero entonces la
perspectiva es más despojada, no seremos tan importantes.
7 Crear,
incluso, lo que parece estúpido. Eso puede conducir a otra cosa.
8 Lo
que a uno se le apareció en el momento de crear, debe ser aceptado. Crear es
permitir que la elaboración se produzca.
9 Es
más importante la constancia que la brillantez. Hay una práctica que realizar.
(2)
(1) AAVV.
Arte abstracto argentino. Conferencias:
Maldonado, Blaszko, Iommi, Kosice, Lozz. Buenos Aires, Fundación Proa, 2007.
(2) Op
cit. p. 38
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