lunes, 20 de mayo de 2013

Enio Iommi




¿Cómo se pueden eliminar la masa y el volumen en la escultura?. Esta pregunta se hizo Enio Iommi (1926-2013) cuando empezó a formar parte de la Asociación Arte Concreto-Invención a mediados de la década del 40. Él y su hermano, el escultor Claudio Girola, compartían inquietudes con Tomás Maldonado, Lidy Prati, Manuel Espinosa, Edgar Bayley, Alfredo Hlito, entre otros. Éstas partían de pensar un arte colectivo que ubicara al hombre en relación directa con las cosas, no con una ficción de las mismas, a través de la invención. Invención como mecanismo creador vinculado con el hecho de que las obras fueran autorreferenciales: se refirieran a sus propios elementos constitutivos y a las leyes perceptivas, sin funcionar como espejo de lo real sino mostrando su propia e intrínseca realidad.

Sus obras siempre tuvieron  como transfondo su propio compromiso político. En la época concreta los artistas del grupo adherían al Comunismo. El Arte Concreto era entendido como una superación dialéctica de la Abstracción en tanto que, como se dijera antes, rodeaba al hombre de cosas reales y no de fantasmas, estableciendo una relación directa con las mismas y no con un ficción. Esto se lograba a través del arte con obras que no fueran reflejo literal de la realidad, sino que volvieran el análisis a sus elementos constitutivos, entiéndase la linea, el color, el plano, el marco, etc.

En este contexto Iommi se pregunta lo antedicho. Busca desligarse de la escultura tradicional representativa y de bulto, aquella que aprendiera de la mano de su padre también escultor. Se acerca a las ideas del Constructivismo Ruso (Naum Gabo y Antón Pevsner), algunas retomadas luego por los artistas que conformaron en Francia el grupo  Abstraction-création -Art non-figuratif, entre otros. La no figuración es el camino a seguir para desligarse de la  ficción representativa, la geometría es la herramienta y el espacio es el punto de partida para los cuestionamientos y la creación.

La introducción de nuevos materiales como el aluminio y la chapa metálica cortada en el campo de la escultura es innovadora. Con los mismos se abandona la idea de volumen como cuerpo macizo y sólido, se alivianan las formas y se adquiere un movimiento en el espacio que es único. Iommi trabaja muchas veces con lineas a las que cruza, con la intersección de planos, con ondulaciones, siempre buscando que forma y espacio se potencien entre sí. Sus obras parten de una concepción fuertemente constructiva y de diseño. En sí, entiende al espacio como un elemento plástico más y busca apropiarse del mismo. El primer camino para dicha apropiación lo hace empleando la línea, después lo hará trabajando con el plano. Esta es la labor que desarrolla durante sus años de participación en la Asociación y que continua hasta mediados de la década del 70.

Durante el período de la última dictadura en nuestro país, Iommi  siente que necesita nuevos medios para crear en el contexto atroz que se vivía en la época. Aquí es donde comienza a trabajar con materiales “pobres” – botellas rotas, neumáticos, latas oxidadas, etc.- y de uso cotidiano, armando ensambles que parecen precarios si se quiere a primera vista, pero que contienen una fuerza expresiva contundente. La brutalidad, la violencia, la escisión de la realidad, el dolor, lo siniestro, se conjugan en las obras de este período. Aquello que “no se dice” literalmente no se ficcionaliza, se dice en la conjugación de materiales apropiados y unidos expresivamente. Las obras nunca dejan de tener un anclaje contextualizado en la realidad. La poética visual opta por recursos como la metáfora en su decir.

La década del 80 y el retorno de la democracia lo encuentran nuevamente cambiando, encontrando el gusto en lo banal, en lo cotidiano, encontrando la “vigencia de lo barato” según sus propias palabras (1). A la manera del ready-made, descontextualiza los materiales y los expone en su vulgaridad, usando la ironía como recurso para mostrar la banalización generalizada y la estetización de la existencia en la sociedad de consumo. Un nuevo giro en su obra pero con la misma búsqueda subyacente: comprometerse con la realidad, mostrándola desde cierta literalidad que no lo es.

El legado que deja Iommi en el arte argentino es fundamental desde su hacer escultórico, su pensamiento y su compromiso. Siempre vigente, quedará en el recuerdo. Y qué mejor manera de recordarlo, que a través de sus propias palabras:

1  No hay que pensar. Hay que crear, crear lo que aparece.
2  Somos responsables de lo que creamos, creamos.
3  Es preciso aceptar todos los reflejos de la imaginación, de la memoria, del pensamiento, y transcribirlos.
4  No hay que frenarse frente a lo obvio. Primero se dice lo más evidente y después, detrás, aparece lo que     sabíamos o no habíamos dicho.
5  Es preciso suspender completamente el juicio.
6  Negarse, dirigirse a las cosas. Uno también puede ser una cosa, pero entonces la perspectiva es más despojada, no seremos tan importantes.
7  Crear, incluso, lo que parece estúpido. Eso puede conducir a otra cosa.
8  Lo que a uno se le apareció en el momento de crear, debe ser aceptado. Crear es permitir que la elaboración se produzca.
9  Es más importante la constancia que la brillantez. Hay una práctica que realizar. (2)


(1)    AAVV. Arte abstracto argentino. Conferencias: Maldonado, Blaszko, Iommi, Kosice, Lozz. Buenos Aires, Fundación Proa, 2007.
(2)    Op cit. p. 38

    
Publicado en CRAC! Magazine el 19 de mayo de 2013.  


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