Artistas: Louise Bourgeois
Fundación Proa - 19/3 al 19/6 de 2011
Publicado en ramona web
Es imposible no relacionar al psicoanálisis con la obra de Bourgeois. Primero porque ya se ha hecho, segundo porque son tantos los conceptos psicoanalíticos aplicables a la interpretación de su obra que sería un desperdicio no usarlos.
La sublimación es indispensable en la vida del ser humano. Implica depositar la libido en algo externo, por fuera del “yo”. Es el modo de satisfacer la pulsión en el ámbito de la cultura. Si uno no sublima en “algo”, se encuentra atrapado, a veces rodeado de demonios y pensamientos oscuros, y no ve salida posible. Tiene miedo, palabra que aparece mucho en la obra de Bourgeois, buscando ser exorcizado. La sublimación tiene relación con el goce, con la pulsión de muerte, con el placer, con la sexualidad. La intención de este escrito no es revisar la teoría freudiana, pero sí poder lograr una aproximación a la obra teniendo en cuenta estos conceptos y sin caer en el intento estéril de hacer un análisis de la psiquis de Bourgeois, método que está comprobado no es de utilidad en el campo artístico. Sí tenemos como objetos a analizar sus obras.
Obras que hablan de ella y de su psiquis, obviamente. Pero que también nos acercan a aspectos universales como la problemática de género, la sexualidad, el voyeurismo, los recuerdos y traumas infantiles, la maternidad, entre otros.
Pensemos cuántas mujeres artistas de su generación han trabajado el tema de la sexualidad tan abiertamente como ella. Aquí ya tenemos un dato interesante: Louise innova, crea, sublima. El amor y la muerte están presentes en su obra, ella dirá en relación con su infancia y su mirada sobre el vínculo entre sus padres. La sexualidad, la “falta”, el “vacío” que no se llena con nada. La muerte de su madre la lleva al arte. El arte será catarsis.
La madre araña “Maman” (1999), “I`m Affraid” (2009), “Pareja IV” (1997), entre otras obras presentes en la muestra, nos llevan por el extenso recorrido de su producción y por distintas etapas creativas en donde tocó temas diversos pero intrínsecamente vinculados.Nos introducimos, de manera contemplativa, en el inconsciente. Y si pensamos en la noción de “inconsciente colectivo”, podemos vernos reflejados de cierta manera en las obras, porque también tienen que ver aspectos comunes a todos los seres humanos. La diferencia aquí es la manera en la que la artista representó cada temática escogida, atravesada por su propia individualidad.Y cada uno de los espectadores, a su vez, interpretará a través de su propia individualidad también, se sentirá identificado o no, sentirá goce o no, podrá ver o no representada una problemática común que lo una a la obra o no. Todo depende de los ojos con los que se mira, ojos únicos e irrepetibles.
Su vida artística comenzó tardíamente, primero como galerista, lo que le dió la posibilidad de codearse con intelectuales de renombre, como André Breton, padre del surrealismo y ferviente lector de Freud. También fue exponiendo paulatinamente (comenzó a hacerlo a la edad de 34 años) y trabajando en su propia obra.
Comienzó a psicoanalizarse en 1952, cuando muere su padre. No caeremos aquí en explicaciones psicoanalíticas, pero sí recordaremos palabras de Freud según las cuales la muerte del padre es fundamental en la vida de todo sujeto, independientemente de su género, porque despierta un sentimiento de desarraigo.
Posiblemente este camino emprendido, que implica un profundo análisis y compromiso con uno mismo, haya ido sacando a la luz conflictos reprimidos, dolores, angustias, y la hayan hecho conocerse mejor a sí misma. Pero muchos de ellos ya habían sido de antemado sublimados en su obra, depositados hacia afuera, sacados a la luz, desenterrados mediante el acto creador. Aquí está la sublimación de deseos reprimidos. Es mostrar “la herida”, sin pudores, sin tapujos, para sanarla, como forma de terapia. Y esto nos conduce a la idea de que el arte en sí es una de las mejores terapias que existen, ya sea mediante la creación o mediante la contemplación, mediante el goce estético que produzca o el desagrado...siempre que genere algo, que se cree algo, que se estimule, que se piense, que se analice, allí uno va a estar exteriorizando e interiorizando “algo”, lo que sea, lo que salga a la superficie. Y ese es uno de los mejores caminos que cualquiera de nosotros puede tomar: conocerse, reconocerse, aceptarse, aprender a mirar y a ver, hacia adentro y hacia afuera.
Eso nos deja como uno de sus legados Bourgeoise: animémonos a destapar, a perder el miedo, usemos la creatividad para sanar, nosotros y nuestros vínculos.
Fotos de autoría propia. Publicada el 8/5/2011
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